LOS MERCADOS ACABAN CON
LA DEMOCRACIA... HASTA LA FORMAL
En el cuarto año que el
capitalismo impone con mano de hierro “democrática” el saqueo y expolio de lo
común, de lo de todos y todas, sus agentes han decidido que el binomio
Democracia/Mercado que ha venido rigiendo el orden mundial económico,
financiero, comercial y político durante un largo ciclo histórico pase a ser
simplemente MERCADO.
Parece que las “sociedades
occidentales” ya están suficientemente domesticadas y aterrorizadas, como para
tragar con cualquier medida política que adopten los oligarcas y poderosos, por
más antidemocrática y autoritaria que sea. Sobre todo, si tenemos en cuenta que
la crisis, que desde sus orígenes es una gigantesca estafa, ha sido cuestionada
de manera poco efectiva y menos alternativa por esas sociedades sumisas y
ninguneadas.
Ninguna de las políticas de ajuste y
o austeridad, tenían como objetivo salvar una situación económica que ha dejado
en la vieja Europa a más de 30 millones de ciudadanos y ciudadanas en el paro y
ha sumido en la pobreza al 19% de toda su población (500 millones de personas),
además de precarizar a la inmensa mayoría de las y los asalariados. Por el
contrario, a diario, se demuestra que estas políticas sólo tienen un fin: el
reforzamiento de los intereses de las élites financieras y económicas y de la
clase política.
La financiarización de la economía,
la liberalización absoluta de los flujos financieros, la libertad de los
capitales para localizarse o deslocalizarse en cualquier parte del planeta,
entra en una contradicción fuerte con los sistemas democráticos formales o
representativos.
Las últimas decisiones adoptadas en
Europa, por decisión unánime de los organismos mundiales del saqueo y la
expoliación (FMI, OCDE, Comisión Europea y todos los Bancos Centrales), son auténticos
“golpes de estado antidemocráticos”, haya o no haya de por medio militares
o cañonazos.
El Pacto del Euro impone a los
estados miembros la constitucionalización del equilibrio financiero
(limitar el déficit y asegurar el cobro de la deuda por parte de los
acreedores), impide la independencia del poder legislativo (sea del color
político que sea) y limita su poder de soberanía como estado.
El “derrocamiento”
de gobiernos o jefes de Gobierno (casos de Grecia e Italia ), es una ruptura en toda regla con la soberanía
popular. Entran los “técnicos” –tecnócratas-, como “salvadores” y se les
dota de fuerza normativa directa de los mercados financieros, para imponer y
gestionar las reformas estructurales como “único programa” para todos y todas. La
conclusión es obvia: quien manda es el mercado porque se acabó la democracia, la formal, porque la otra no
existía de hecho.
La
resistencia al estado de excepción económico que degrada y reduce derechos
sociales, democráticos y políticos, comienza a ser amplia, desde la plaza
de Sintagma, pasando por Londres, Lisboa, París, Madrid…, hasta Wall Strett,
Tel Aviv, países árabes, Asia. Es una actuación de las y los sujetos sociales,
asalariados/as, jóvenes, pensionistas, desahuciados de sus casas, pobres y
excluidos, que se resisten a permitir la degradación continua de la autonomía
de las personas, el debilitamiento de la sociedad civil y se niegan a una vida
peor, infinitamente peor, para todas y
todos y para el medio en el cual se desenvuelve la vida.
El
mundo, Europa aquí y ahora, no sólo nos jugamos la pensión, el salario, la
casa, la salud, la educación y el conocimiento… sino que hoy, con
características y complejidades diferentes y desconocidas, nos jugamos la
posibilidad de un futuro donde la libertad sea algo concreto y materializable:
la posibilidad de vivir libremente como seres humanos en un mundo factible para
la vida. Lo contrario es la barbarie.