lunes, 21 de noviembre de 2011

los mercados se cepillan a los políticos


       LOS MERCADOS ACABAN CON LA DEMOCRACIA... HASTA LA FORMAL


            En el cuarto año que el capitalismo impone con mano de hierro “democrática” el saqueo y expolio de lo común, de lo de todos y todas, sus agentes han decidido que el binomio Democracia/Mercado que ha venido rigiendo el orden mundial económico, financiero, comercial y político durante un largo ciclo histórico pase a ser simplemente MERCADO.

            Parece que las “sociedades occidentales” ya están suficientemente domesticadas y aterrorizadas, como para tragar con cualquier medida política que adopten los oligarcas y poderosos, por más antidemocrática y autoritaria que sea. Sobre todo, si tenemos en cuenta que la crisis, que desde sus orígenes es una gigantesca estafa, ha sido cuestionada de manera poco efectiva y menos alternativa por esas sociedades sumisas y ninguneadas.

            Ninguna de las políticas de ajuste y o austeridad, tenían como objetivo salvar una situación económica que ha dejado en la vieja Europa a más de 30 millones de ciudadanos y ciudadanas en el paro y ha sumido en la pobreza al 19% de toda su población (500 millones de personas), además de precarizar a la inmensa mayoría de las y los asalariados. Por el contrario, a diario, se demuestra que estas políticas sólo tienen un fin: el reforzamiento de los intereses de las élites financieras y económicas y de la clase política.

            La financiarización de la economía, la liberalización absoluta de los flujos financieros, la libertad de los capitales para localizarse o deslocalizarse en cualquier parte del planeta, entra en una contradicción fuerte con los sistemas democráticos formales o representativos.

            Las últimas decisiones adoptadas en Europa, por decisión unánime de los organismos mundiales del saqueo y la expoliación (FMI, OCDE, Comisión Europea y todos los Bancos Centrales), son auténticos “golpes de estado antidemocráticos”, haya o no haya de por medio militares o cañonazos.

            El Pacto del Euro impone a los estados miembros la constitucionalización del equilibrio financiero (limitar el déficit y asegurar el cobro de la deuda por parte de los acreedores), impide la independencia del poder legislativo (sea del color político que sea) y limita su poder de soberanía como estado.

            El “derrocamiento” de gobiernos o jefes de Gobierno (casos de Grecia e Italia ), es una ruptura en toda regla con la soberanía popular. Entran los “técnicos” –tecnócratas-, como “salvadores” y se les dota de fuerza normativa directa de los mercados financieros, para imponer y gestionar las reformas estructurales como “único programa” para todos y todas. La conclusión es obvia: quien manda es el mercado porque se acabó la democracia, la formal, porque la otra no existía de hecho.

            La resistencia al estado de excepción económico que degrada y reduce derechos sociales, democráticos y políticos, comienza a ser amplia, desde la plaza de Sintagma, pasando por Londres, Lisboa, París, Madrid…, hasta Wall Strett, Tel Aviv, países árabes, Asia. Es una actuación de las y los sujetos sociales, asalariados/as, jóvenes, pensionistas, desahuciados de sus casas, pobres y excluidos, que se resisten a permitir la degradación continua de la autonomía de las personas, el debilitamiento de la sociedad civil y se niegan a una vida peor, infinitamente peor, para  todas y todos y para el medio en el cual se desenvuelve la vida.

            El mundo, Europa aquí y ahora, no sólo nos jugamos la pensión, el salario, la casa, la salud, la educación y el conocimiento… sino que hoy, con características y complejidades diferentes y desconocidas, nos jugamos la posibilidad de un futuro donde la libertad sea algo concreto y materializable: la posibilidad de vivir libremente como seres humanos en un mundo factible para la vida. Lo contrario es la barbarie.

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