Sevilla 5 de Mayo 2010
Los que estuvimos en contra de la Unión Europea del capital hoy deberíamos estar tristes. Llevábamos razón. Nosotros no cuestionábamos el encuentro en un proyecto común y plural de los diferentes pueblos europeos sino el fin con el que se hacía, que era y es el de un mayor enriquecimiento de las elites locales y globales a costa de aumentar la explotación de las personas y del medio aquí y en el tercer mundo.
Los pueblos de la Unión arden. Basta mirar a Gracia para ver el humo. Los ciudadanos griegos llevan hoy en sus manos la antorcha del "No pasarán" y el resto de los habitantes de la UE deberíamos preparar la dinamita para hacer saltar por los aires los tratados firmados hasta hoy, especialmente España, Irlanda y Portugal. Porque después vendrán a por nosotros.
Grecia arde y yo en estos momentos también soy griego. Me encuentro en la misma barricada que los intelectuales y trabajadores helenos. Sus trincheras son las mías. Las de las calles y las de los textos con olor a tinta y sabor a e-mail.
Los sindicatos de esta vieja piel de toro, de esta milenaria Europa, deben estar con sus hermanos griegos.
El ensayo se está llevando a cabo en la tierra de Sócrates y Platón. Hoy Atenas es Madrid, Sevilla, Granada, Valencia, Bilbao, Dublín, Cork, Oporto, Lisboa... Todos debemos estar en guerra contra la avaricia de los especuladores y sus vasallos.
Esta elite surgida de la globalización nos quiere devolver al siglo XVIII y lo va a conseguir. Nos están llevando a todos a las viejas reivindicaciones: "Libertad, igualdad, fraternidad, humanidad. ¡No pasarán!"
Esto no es una carta al director. Es una declaración de guerra a los que destruyen la vida y los sueños de la inmensa mayoría de los seres humanos para que unos pocos mueran en la alberca de la abundancia.
¡Solidaridad con el pueblo griego! ¡No pasarán!
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